Sister Emilia Irene Lara, MGSpS, 85

Sister Emilia Irene Lara, MGSpS

Sister Emilia Irene Lara, 85, a member of the Missionaries Guadalupanas of the Holy Spirit, grew up in the wake of the Mexican Revolution. Although she often witnessed poverty and illness, her early years were happy and filled with faith and love. She had role models who provided her special attention and inspired her vocation. “My grandfather worked in the country, and each day he would first go to his local church,” recalls Sister Irene. “Since it was very early in the morning, the church doors would be closed, so he would kneel outside and offer his prayers.” Her grandfather also shared his phonograph and records with her, inspiring a lifelong appreciation of classical music.

When she was 12 years old, Sister Irene became active in a group called Santa Infancia (Holy Infancy). Led by a sister at her Catholic school, the group would meet each afternoon to pray and to make or mend clothes for homeless children in a nearby Jesuit mission. There she met priests who had worked for many years in foreign missions. These interactions first sparked Sister Irene’s vocation. “They would speak about their work with much joy, even when the conditions seemed very difficult,” she remembers.

After graduating high school, Sister Irene worked for several years. She also taught catechism classes and participated in formation activities directed by the Jesuits. In her early 20s, she began considering religious life, but she delayed to help her family during her mother’s extended illness and following her death.

Sister Irene entered her community in 1962 and served in numerous missions in Mexico, Puerto Rico, Venezuela, and the United States. Like the priests who inspired her, she often worked in difficult circumstances, such as ministering in the extremely hot city of Mexicali, Mexico. She served in a variety of ministries, including adult formation and catechesis and liturgy training. Often, she coordinated catechesis for migrant workers in very poor areas. “We did catechesis right in the fields,” explains Sister Irene.

“Seeing the reality of life for the immigrant people really motivated me to give my best and to endure the heat and the conditions,” says Sister Irene. “The men worked like donkeys and were poorly paid, and the women also worked very hard. Yet they had an openness and a yearning to learn about God, even after a long day’s work.”

Hermana Emilia Irene Lara, MGSpS, 85 años de edad

La hermana Emilia Irene Lara, de 85 años y miembro de las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, creció en los albores de la Revolución Mexicana. Aunque a menudo fue testigo de pobreza y enfermedades los años de su infancia estuvieron colmados de fe y amor.

Hubo varias figuras clave que le prestaron una atención especial e inspiraron su vocación. “Mi abuelo trabajaba en el campo, y todos los días iba primero a la iglesia”, recuerda la hermana Irene. “Como era muy temprano por la mañana, las puertas de la iglesia estaban cerradas, y él se arrodillaba afuera y ofrecía sus oraciones”. Su abuelo también compartió su fonógrafo y discos con ella, inspirando admiración por la música clásica que ha durado toda su vida.

Cuando tenía 12 años, la Hermana Irene empezó a participar activamente en un grupo llamado Santa Infancia. Dirigido por una hermana de su escuela católica, el grupo se reunía todas las tardes para rezar y confeccionar o arreglar ropa para los niños sin hogar de una misión jesuita cercana. Allí se encontró con sacerdotes que habían trabajado durante muchos años en misiones en el extranjero. Estos encuentros fueron la llama que encendió la mecha de la vocación de la hermana Irene. “Hablaban sobre su labor con mucha alegría, incluso cuando las condiciones parecían muy duras”, cuenta ella.

Tras terminar la educación secundaria, la hermana Irene trabajó durante varios años. También dio clases de catecismo y participó en actividades formativas dirigidas por los jesuitas. Cuando tenía un poco más de 20 años, empezó a pensar en la posibilidad de llevar una vida religiosa, pero lo pospuso para ayudar a su familia durante la enfermedad de su madre y después de que falleciera.

La hermana Irene ingresó en su congregación en 1962 y sirvió en numerosas misiones en México, Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos. Al igual que los sacerdotes que la habían inspirado, a menudo trabajó bajo condiciones difíciles, como cuando sirvió en Mexicali, México, ciudad de calor extremo. Trabajo en una gran variedad de ministerios: la formación y catequesis de adultos y la liturgia. A menudo coordinaba la catequesis para los trabajadores inmigrantes de regiones muy pobres. “Dábamos la catequesis en medio del campo”, explica la hermana Irene.

“Ser testigo de la realidad de los trabajadores realmente me motivó para dar lo mejor de mí misma y soportar el calor y las condiciones difíciles”, cuenta la hermana Irene. “Los hombres trabajaban como animales por un salario miserable y las mujeres también trabajaban arduamente y, sin embargo, estaban abiertos y anhelaban aprender sobre Dios, incluso tras una larga jornada de trabajo”.